No todo es lo que pareCe

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lunes, 6 de setiembre de 2010

Crónica de un muchacho sordomudo


Con una hoja, un lapicero, algunas señas y su habilidad para leer los labios, nos pudimos comunicar. Su nombre es Javier Bustillos. Es un muchacho sordomudo que trabaja en una ferretería, cargando y trasportando materiales de construcción en un triciclo. Me contó que llegó a Lima a los 10 años, proveniente de iquitos; y a los 14 empezó a trabajar en distintas cosas en las que su incapacidad no lo afectara mucho. Vive en una casa alquilada en San Martín de Porres con su mamá; ella se llama María y tiene 52 años de edad. Javier tiene 22 años y mide cerca de 1.57 m aproximadamente. Tiene un hermano mayor que está casado y hace muchos años que no sabe de él. En los pequeños ratos libres que tiene juega al fútbol con algunos amigos que tiene cerca de su casa. Lamenteablemente es hincha de Universitario de deportes; me lo dijo al sacar de su billetera el escudo de dicho club. En su billetera también tenía la foto de su madre, la que me enseño con alegría y haciendome señas de que la quiere mucho.

Como lo interrumpí, pues estaba en pleno trabajo cuando lo entreviste, quize irme rápido con una última pregunta la cual no pudo contestar porque nunca pudo entenderme. Le trate de preguntar que esperaba de la vida, que era lo que quería para él en el futuro. Sin más, le pedí que por favor nos tomaramos una foto juntos y, como a lo largo de la conversación, acepto sin problemas.

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